miércoles, 19 de junio de 2013

CUANTA BELLEZA HAY EN TI

Los años siguen su curso y la belleza, por mucho que se trate de conservarla, va desapareciendo tal como la querríamos, desdibujando nuestros rasgos juveniles para dibujarse otros distintos, los de la vejez.

Y la vejez, sin embargo, tiene su belleza. Quizás sea ella la que mejor sepa reflejar el contenido de la persona. El silencio del anciano habla, así como su mirada y como su sonrisa. Quien se dispone a mirar calurosamente a un anciano experimenta rápidamente ternura por él, porque el anciano es un ser agradecido, enormemente agradecido.

Y del anciano se aprende cuando se le escucha. Y cuando transfiere su sabiduría, acumulada durante tantos años, se da gustosamente queriendo entregarlo todo.

Sí, la vejez tiene su belleza. No es belleza física, no, es otra belleza más interior, más profunda. Esa belleza distinta que está escondida y que cuando aflora conquista al que la sabe apreciar.

Si eres viejo…o estas empezando a envejecer, que edad de oro te espera, no te lo tomes tan a pecho – por tus años y es hora de comenzar a pensar como verte joven para siempre. A disfrutar tu eterna juventud, el tiempo está construyendo una nueva versión de nosotros mismos y que nuestro mundo interior, quizás, comienza a hacerse visible en nuestra piel.

Te digo y perdona mi fanfarronería o en mi petulancia, pero conozco algo de medicina y no solamente algo un poco mas de eso, como para decirte que las técnicas modernas para darle una nueva apariencia a cada rostro, porque inconscientemente no queremos llegar a la edad cuando la piel comience a mostrar sus líneas de expresión; término conocido en el argot popular como arrugas. De modo, pues, que la gente trata de revertir el proceso de envejecimiento.

Así, los que van descubriendo flacidez en su piel comienzan a hacerse cirugías plásticas faciales, mientras que otros optan por el método de ponerse inyecciones con el fin de mantener la frescura de la juventud. Pero la verdad no puede ser tapada. La batalla por conservar nuestra apariencia juvenil está perdida.

El proceso de desgaste de nuestro cuerpo nos revela que hay tres etapas para cada vida: la niñez, la juventud y la vejez. De manera que en lugar de perder el tiempo y el dinero en lo inevitable, deberíamos dedicarnos a cultivar aquellas cualidades internas que son las que si permanecen y las que mejor hablan de nuestro rostro interno. Esto lo escribimos para reflexionar sobre lo que escribió Myron Taylor, cuando dijo: "El tiempo puede arrugar la piel, pero la preocupación, el odio y la pérdida de ideales arrugan el alma".

La verdadera medicina a utilizar la tienes tu dentro de ti mismo. Hoy nuestra medicina esta bastante avanzada, te hablan de células madres y eso esta muy bien, pero tu eres el gran productor de tus propios medicamentos, tu eres un laboratorio ambulante que tienes la particularidad de producir lo que necesitas.

Ser viejo es una bendición y no lo digo porque sea una persona con una eterna juventud, cosa que agradezco a la Divina Esencia, porque que satisfacción sentirnos así.

No permitas que te llamen viejo y si lo hacen recuérdale que no es que seas viejo, tu no estas en desuso, tu estas activo y siéntete asi, cuidado con pensar lo contrario, recuerda que tu cuerpo se adapta rápidamente a tus pensamientos. Si te crees inútil serás un inútil, si tu te crees útil, siempre serás útil.

Sabes algo muy importante la vejez es una belleza de hecho, el envejecer consiste en conservar alguna esperanza. En sentirte siempre útil, saber tu que cuando envejecemos nuestras cualidades internas se convierten en mas amor, para el ignorante, la tercera edad es invierno; para el sabio, es la estación de la cosecha.

No es viejo aquél que pierde su cabello, sino su última esperanza. No es viejo el que lleva en su corazón el amor siempre ardiente. No es viejo el que mantiene su fe en si mismo, el que vive sanamente alegre, convencido de que para el corazón no hay edad. Viéndolo bien no somos tan viejos, lo que pasa es que tenemos muchas juventudes acumuladas.

Hay que estar agradecidos de nuestra edad, pues la vejez es el precio de estar vivos. Goethe concluyó Fausto a los 82 años. El Tiziano pintó obras maestras a los 98. Toscanini dirigió orquestas a los 87. Edison trabajaba en su laboratorio a los 83. Benjamín Franklin contribuyó a redactar la Constitución de los Estados Unidos a los 81….y así cuantos otros hombres que sin ser tan celebres como estos han concluido mucho de su vida cuando han llegado a la hermosa edad de ser eternos como la esperanza, como la luz que vemos a diario.

Por favor no te llames viejo, pues n o lo eres, la sociedad te ha hecho creer que eres inservible, que debes declinar ante todos porque ya tu s condiciones han mermado, es cierto que no correrás cien metros y romperás cualquier marca, pero eres un ser que has acumulado la forma de vivir mas grande, tu s experiencias, tus triunfos, tus maravillosos fracasos en todas las índoles te han hecho un supe humano.

Entonces… ¡adelante! No habrá fuerza capaz de detener a quien sueña, a quien construye aún sobre las cenizas, a quien ama, a quien espera de la vida el momento mágico de una ilusión, a quien no olvida que el tiempo pasó, si … pero no se llevó consigo su corazón. Por lo tanto, sueña, construye, ama, espera y no permitas que te llamen viejo!!!

“No me deseches en el tiempo de la vejez; no me desampares cuando mi fuerza se acabe…” Esa hermosura, reflejada bellamente en sus canas, debiera ser tomada en cada familia por el testimonio de sus años vividos, para ser una "biblioteca de consulta". Los abuelos cumplen una función de continuidad y transmisión de tradiciones familiares.

Nadie está en mejor condición que ellos para ayudar a los padres y a los nietos a comprender principios olvidados con demasiada frecuencia, y sin embargo tan esenciales para la conducción de la familia de hoy. Será por eso que alguien dijo que, "se aprende más de diez abuelos que de diez expertos en temas familiares". Nuestro mundo necesita la la orientación de los de edad avanzada. Sus canas y sus arrugas nos merecen respeto y admiración.

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