miércoles, 19 de junio de 2013

LAS MASCARAS DE NUESTRAS VIDAS

Es cierto que el SER HUMANO en su nacimiento, no sabíamos diferenciar nuestro genero, no poseíamos la malicia de hoy en día.

El hombre de hoy no sabe a ciencia cierta que es. ¿Quién es el hombre de hoy? El hombre de hoy, es influido por muchas culturas, las de sus padres en primer lugar, la de sus amigos en segundo lugar, la de sus centros educacionales en tercer lugar y la que la misma sociedad le ha otorgado a el.

En todo esto hay dos grandes mentiras en nuestras vidas y una sola verdad. La primera mentira es: CREER LO QUE DECIMOS QUE SOMOS, segunda mentira: LO QUE LOS DEMAS CREEN DE NOSOTROS, y la tercera y única verdad: LO QUE VERDADERAMENTE SOMOS.

Pero…siempre existe un pero ¿Con quien de estos SERES en realidad actuamos? Yo conozco la repuesta…diremos que actuamos como debemos actuar…Que actuamos muy bien , apegado a la realidad de la vida , que estamos sujetos a la voluntad de un dios, el tuyo, el mio o el dios de todos, que somos bueno, disciplinado, respetuoso, atento, totalmente sano, trabajador, luchador etc. etc.

¿Pero cuantas mascaras usamos? Tenemos la mascara de la persuasión, la de sufrimiento, la de una gran persona, la de luchador incansable, la pensador, la de místico, la de seducción, la de inocente, la de bueno, la de sacrificado, la de integro, la de responsable, la de honesto, la de hipócrita, la de respetuoso, en fin todas aquellas que no he puesto por olvido porque son decenas de mascaras que existen de acuerdo a nuestros intereses.

Yo no me eximo de no usar algunas de ellas, a veces es tan natural hacerlo, porque nos han moldeado para usarlas en las diversas situaciones de la vida. Pero de verdad cuando la usamos nos irrespetamos a nosotros mismos, porque dejamos de ser nosotros para ser otros en ese momento. Y la verdad que no hace falta usar tantas mascaras o mejor dicho ninguna mascara para vivir.

Podemos ser nosotros nada mas y actuar como sentimos actuar y no decir por ejemplo: TE AMARE TODA MI VIDA, TU ERES LO MAS GRANDE QUE ME HA PASADO, MAÑANA TE LO DEVUELVO, ESTARE A LA HORA CONVENIDA CON EXACTITUD, YO TE PROMETO, ESTAS MAS BONITA QUE AYER, YO LO SE HACER, TU ERES UNA GRAN PERSONA, TE HARE FELIZ PARA EL RESTO DE TUS DIAS etc.
O sea tu oferta de ti mismo es perfecta; no existe nada malo y si existe lo justificas. No significa esto que tú no cumplas con todas o casi todas estas cosas, si tú te encuentras fuera de este grupo, esto para nada vale para ti. Pero seguro estas tú, que TE ENCUENTRAS FUERA de este grupo.

Si decimos lo que sentimos a quien sea, porque la verdad no tiene tamaño, edad, color, raza, genero, tiempo ni espacio, sino solamente es la verdad o por lo menos tu verdad; y siempre debes decirla porque simplemente es lo que tu sientes, es tu verdad.

Hay una historia que una vez leí, no se donde si fue aquí o si fue allá, pero lo importante es que esa historia me dejo mucho para reflexionar, a ese HOMBRE, le daremos un nombre y se llamara solo “HOMBRE”.
El hombre, a través de su existencia se ponía la máscara y se entretenía acosando repentinamente a la gente y observando sus reacciones. A veces la máscara estaba riendo, a veces llorando, a veces haciendo muecas y frunciendo el ceño. Sus víctimas siempre quedaban impactadas al ver una cara tan extraordinaria, antinatural y desconocida, aun cuando estuviese sonriente. Pero para él no hacía ninguna diferencia que ellos se rieran o lloraran. Todo lo que quería era la excitación de sus reacciones. Sabía que era él mismo detrás de la máscara. Sabía que él era el bromista y ellos el objeto de la broma.

Al principio, salía por un rato con la máscara puesta, un par de veces al día. Luego, como se acostumbró a la excitación y quería más, empezó a dejarse la máscara todo el día. Finalmente, no viendo la necesidad de sacársela para nada, dormía con ella puesta.
Durante años, el hombre anduvo errante por la tierra, disfrutando detrás de la máscara. Hasta que un día se despertó con un sentimiento que nunca había sentido antes: se sentía solo, separado, algo le faltaba.
Se levantó bruscamente, alarmado, y se paró frente a una hermosa mujer, e inmediatamente, se enamoró de ella. Pero la mujer dio un alarido y salió corriendo, impactada por el rostro aterrador y desconocido.
“¡Deténte! ¡Yo no soy esto!”, gritó él, retorciendo la máscara para arrancársela.
Pero era él. La máscara no salía. Estaba pegada a su carne. Se había vuelto su rostro.
Este hombre, por medio de su máscara fabulosa, fue la primera persona que entró a este mundo infeliz.

Pasó el tiempo. Por más duramente que trató de decirles a todos el desastre que se había causado a sí mismo, nadie le creía. Y, de todos modos, nadie estaba interesado en escucharlo porque todos lo habían copiado. Todos se habían puesto sus propias máscaras para lograr la nueva excitación de jugar a ser lo que no eran. Al igual que él, todos se habían vuelto la máscara.
Pero ahora, algo peor había sucedido. No sólo se habían olvidado de la broma y el bromista sino que también se habían olvidado de cómo vivir alegremente, como el ser detrás de la máscara.

Cómo fue que el hombre, con el tiempo, puso un punto final a la mascarada y volvió a su ser dichoso, es el final de la historia, porque todas las fábulas deben tener un final feliz. Sin embargo, solamente cuando tú, estés alegre y libre de infelicidad ahora (que es en cualquier momento) la historia terminará verdaderamente. Porque tú eres el hombre o la mujer con la máscara.

La máscara que estás usando es tu personalidad. Mira en el espejo del baño: es ésa. Observa las caras que pones. A veces aprobando, a menudo desaprobando. La verdad es que no puedes creer que eres tú. Entonces miras en todos los espejos por los que pasas, hasta en las vidrieras de los negocios, para asegurarte y confirmarte que eres tú.

A veces hasta tienes el sentimiento extraño e irracional de querer sacarte la máscara, ¿no es así? Esto no es inusual. Sólo que a la gente no le gusta hablar de ello, suena tonto. Pero cuando empiezas a ser honesto, no es tan tonto, ¿no?
La carga más grande que estás llevando en tu vida es tu personalidad: la tensión de la simulación. Mantener la simulación te aplasta y te chupa la vida.

Culpas a muchas cosas por la sensación de pesadez y falta de vida. Culpas a tu trabajo, a tus relaciones, a tu dieta, a tus problemas. Y sin embargo es tu personalidad la que te ha separado de tu alegría y vitalidad naturales.
La personalidad te vuelve preocupado y emocional. Es la causa de tus humores y dudas de ti mismo, tus depresiones y tus momentos de miseria. Confunde tu mente. Es temerosa del futuro y está llena de culpa o remordimiento por el pasado. Se pone apática, aburrida e inquieta con el presente. Es la sombra insospechada que se desliza entre tú y tu pareja. Es la astucia y la suspicacia en los ojos. Vive de toda clase de estímulo: bueno y malo, depresión y excitación.
Y tiene un profundo temor de ser desenmascarada, descubierta como la falsa y aguafiestas que es.
La personalidad es el rostro de la deshonestidad.

¿Reconoces algunos de estos síntomas en ti?
Entonces estás listo para empezar a desmantelar la personalidad. Digo desmantelar porque la personalidad es un “manto”, una capa . Y has arrojado el manto de la personalidad alrededor tuyo, para escudarte de lo desagradable del mundo y lo dañino de la gente.

Has hecho de la personalidad tu protector. Has cedido gran parte de tu autoridad. Entonces la personalidad salta en tu defensa inmediatamente cuando te sientes herido, amenazado o criticado. Golpea duramente por ti, con palabras agudas o hirientes. A veces te sobresaltas ante su violencia e insensibilidad. Pero, por otro lado es tu campeón, tu defensor. Entonces disculpas y sigues mansamente su conducta, a menudo pasmosa. El taimado protector, al darle poder absoluto, se vuelve el dictador absoluto y te desesperas porque sientes que nunca serás libre.

La verdad es que no tienes necesidad de esta protección. La personalidad es como un matón en la escuela, a cuya pandilla te uniste alguna vez para mayor seguridad. Después, cuando ya has crecido, viene y te convence de que todavía lo necesitas. Puede hacer esto porque, sin saberlo, albergas todo el dolor de ayer: los viejos miedos y las heridas de tu infancia, de tu juventud y de tu vida adulta. El matón, conociendo tu miedo, no te dejará solo. Y te aterroriza perder su protección.

Sin embargo, la personalidad tiene su lugar y su rol. Es un amo muy malo, pero es un buen sirviente. No se le debe permitir al sirviente que rija tu vida. Ya la ha confundido lo suficiente.
Todo lo que percibes que está equivocado en el mundo es el resultado de la personalidad de alguien. De hecho, el mundo mismo fue construido por la ignorancia de la personalidad. Es por eso que el mundo es un lugar tan cruel, explotador y deshonesto comparado con la belleza y la integridad de la Tierra y la naturaleza. Tal como la personalidad vive de ti y consume tus recursos, así está el mundo agotando los recursos de la Tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario